Las restauraciones de la Catedral, en el siglo XX, fueron en los años 70 cuando se produce la electrificación de las campanas, desapareciendo con ello la figura del campanero, último vestigio de los empleados de la Catedral al servicio del Cabildo.
Esto supone un cambio en el uso de las Torres, hasta entonces acondicionadas como vivienda de las familias de los campaneros. Las tareas de rehabilitación de los interiores de las Torres en su primera fase comenzaron en 1998 y concluyendo las obras de restauración en diciembre de 2001. Esta intervención, enmarcada en el Plan Director de Restauración de la Catedral posibilitó el acceso a visitantes por primera vez. Las Torres de la Catedral se abren al público como exposición Ieronimus en marzo de 2002.