La familia de los campaneros catedralicios tradicionalmente ha recibido desde antiguo el apodo de Mariquelos.
Dentro de sus funciones, sobre todo desde el terremoto de 1755, estará la vigilancia de los posibles desperfectos que pudiera sufrir la torre. Actualmente se ha fomentado la tradición de ascender hasta lo más alto como acción de gracias la víspera de los Santos –31 de octubre– por la inexistencia de víctimas durante el terremoto de Lisboa de 1755.